sábado, 20 de mayo de 2023

EL FARO DE NUESTRAS VIDAS

 



EL FARO DE NUESTRAS VIDAS


La noche se presentaba fría y dispersa, después de dos cafés tan oscuros como mi presente y media cajetilla de rubio americano, y más de dos borradores eliminados en mi procesador de textos, decidí coger mi abrigo tres cuartos y salir a que el viento y la humedad de este invierno tardío me diera en el alma para refrescar el pensamiento.

Bajaba por el puente que cruzaba la avenida hasta llegar al paseo del poeta, ni una sombra en el frio camino, y ni con la brisa de este mar que bañaba mi cara de salitre mis ideas se organizaban… últimamente las musas estaban dispersas y parece que no querían que la magia alquímica surgiera…

Seguí caminando por este paseo tan bello como tan triste, y al llegar al faro de Calahonda la figura de una mujer asomaba en la barandilla del mirador. Conforme me acercaba a ella, el sonido de su llanto se hacía más palpable, y pude ver con la claridad de la luz que iluminaba la noche, como ese rostro tan bello de ojos profundos y pelo rizado castaño, tenía la cara empañada de lágrimas…

En sus manos tenía una carta, y ni tan siquiera cinco metros nos separaban, pero de repente, al notar mi presencia, levanto la mirada y sus ojos me llenaron hasta el alma… habían pasado muchos años, pero aquel rostro me era demasiado familiar… -Alba, cuántos años han pasado desde los primeros errores?-

Me observó con esa mirada suya tan penetrante, de la que en su momento me enamore pero ahora solo sentía un terrible pánico, pues sus ojos estaban llenos de pena y melancolía… -volví a buscarte a nuestro lugar en el mundo, necesitaba saber que el faro que unió nuestras vidas aún seguía en pie, al contrario que nuestro amor -, me dijo entre lágrimas, separandose de la barandilla del mirador y acercándose al acantilado…

De repente un frío inmenso recorrió mi espalda cuando dejó la carta en la verde hierba humedecida y sin más de dirigio al acantilado… -Espero que estás letras que dejo para ti te abran la mente y te des cuenta que no todas las historias siempre tienen un buen final - . Esas fueron las mismas palabras con las que yo me despedí de ella la tarde aciaga en la que decidí poner tierra de por medio, desde entonces habían pasado dos meses y no había vuelto a aquel lugar tan nuestro. – Porque no dejamos que la vida vuelva a llenar nuestros vacíos y seamos de nuevo dos apasionados y locos enamorados?- le dije mientras ella caminaba hacia atrás a acercándose más al acantilado… -Cualquier tiempo pasado en nuestra historia de amor será irrepetible, y yo ya estoy cansada de seguir buscando mi lugar en el mundo, te dejo el legado de mi vibración eterna en tus versos no escritos…- y se abalanzó al acantilado…

Aquella carta que dejó a mis pies, en el faro que nos enamoro, contenía el primer verso en el que le prometí amor eterno… algo que ya jamás podré cumplir… como ella siempre me decía… este día es único e irrepetible… Carpe Diem…

















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