LA
LUZ DE ILIAS
Su
esencia estaba presente, lo notaba mientras miraba con mis ojos llorosos a
través de la ventana de mi habitación. Últimamente mi paciencia parecía agotada
y sinceramente todo para mi era un pozo sin fondo, un espacio neutro y vacío de
donde nada ni nadie podía sacarme… A pesar de los miles de intentos por parte
de mis seres queridos, de mi cabeza no salía aquella noche en la que todo se
volvió de color gris y mi sonrisa parecía haberme abandonado para siempre…
Ni
siquiera mi pluma y mi diario eran capaces de consolarme, ellos que habían sido
los compañeros mas fieles en mis penas y llantos, ahora estaban mojados por las
lagrimas que derramaba noche y día… sin realmente saber porque era incapaz de
mirar hacia delante y dejar el pasado atrás…
En
mis manos aquel vaso con dos dedos de bourbon era mi único consuelo, el único
que yo aceptaba para ahogar mi llanto en la ola mas despiadada que puede
subirse el hombre cuando la pena le encoje el alma…
La
lluvia seguía constante golpeando los cristales de mi habitación, y de repente
un fuerte relámpago sacudió los muros de la casa, iluminando el jardín, y mi
corazón se paro…
La
sombra alargada de mi cuerpo inerte dibujaba una efigie triste y lúgubre en la
cama, el vaso de bourbon manchaba de tristeza y melancolía la moqueta y al otro
lado de mi cama, mirándome a los ojos, estaba EL… Reluciente, puro y lleno de
amor… La esperanza era el sinfín de su mirada y su piel el camino que marcaba
el compas de mi respiración… Y mirándome fijamente me dijo:
-¿Hasta
cuando seguirás inundando tu alma de melancolía? Desde que ella comenzó su
camino a su nuevo hogar, solo piensas en elegir la forma de abandonar la pena,
pero eres tan cobarde que te encierras en la soledad efímera de que ya no esta
a tu lado, y es tu ceguera la que no deja ver que su esencia, su paz y su
armonía siguen llenando tu alma cada día… solo abre los ojos y deja de buscar
donde solo hay vacio… El pasado hay que dejarlo atrás… Sigue tu camino y
volverás a encontrarte con la paz que tanto ansias…
Y
de repente, la luz inundo mi habitación y como si de un nuevo despertar se
tratase, volví a mirar hacia la ventana y mi cuerpo inerte volvió a tomar vida…
y en el cristal a través de las gotas de lluvias aparecía un nombre… Ilias…
Aquella
noche volví a creer en ti, en mi paz y en mi consuelo, en mi esperanza y en mi
paciencia… Se que mi Ángel siempre guarda que no deje de sentirte tan cerca de
mi que aunque ya no estés presente seas mis ganas de vivir cada día… Ilias
siempre guardara nuestros momentos eternos… Nuestro Ángel…
El
trovador Alquímico
Manuel
Francisco Aldana Rodríguez

No hay comentarios:
Publicar un comentario